Cientos de opositores se sumaron el lunes en Táchira, a la jornada de protesta "Gran plantón nacional", que en esta entidad se presentó especialmente violenta y dejó como saldo tres fallecidos y más de 20 heridos en diversos municipios de la entidad.
Luis Alviarez, de 17 años de edad, fue asesinado por un disparo de arma de fuego a la altura del cuello, mientras manifestaba en Palmira, capital del municipio Guásimos. El defensor del Pueblo, Tarek William Saab, confirmó la información en su cuenta oficial de Twitter, donde pidió una "exhaustiva investigación sobre este terrible hecho".
Asimismo, se informó sobre una segunda víctima, identificada como Diego Hernández, de 33 años, quien habría recibido un disparo en el pecho mientras se desarrollaban protestas en el municipio Independencia. El alcalde de la localidad, Jorge Galiano, dijo que la víctima no se encontraba involucrada en las manifestaciones, sino que fue alcanzado por una bala perdida, mientras observaba los acontecimientos a cierta distancia de donde se registraba una refriega entre manifestantes y uniformados.
Sobre este caso en particular, la Fiscalía del Ministerio Público designó al Fiscal 20, con competencia regional, para investigar el caso, e imputar al policía regional Luis Oviedo, por la muerte de Diego Hernández. El funcionario habría sido detenido este martes y será presentado en tribunales en las próximas horas.
Posteriormente, en horas de la noche, vecinos de Palmira informaron sobre el fallecimiento de un tercer joven, Douglas Ramírez, de entre 20 y 21 años de edad, quien se movilizaba en moto, junto con un parrillero, cuando fue interceptado por un grupo de colectivos armados quienes les propinaron a ambos varios impactos de bala para despojarlos de la moto. Uno de los jóvenes perdió la vida en el sitio, mientras el otro resultó gravemente herido y fue trasladado por vecinos de la zona hasta el centro de salud más cercano.
Decenas de heridos
Por otra parte, el expresidente del Parlamento venezolano y diputado opositor, Henry Ramos Allup, informó en Twitter que fue "herido de bala en el cráneo por la Guardia Nacional Bolivariana el compañero Wilmer Arévalo Chacón, dirigente juvenil de Acción Democrática en Colón. Estado de suma gravedad".
Más temprano, también en Colón, capital del municipio Ayacucho, resultó gravemente herida por una descarga de perdigones en el rostro, la joven Ornely Salas, de 24 años de edad, quien fue trasladada a San Cristóbal para ser intervenida quirúrgicamente.
A ellos se suman decenas de heridos de bala, por perdigones y golpes, en el marco de las más de 40 manifestaciones contabilizadas por la Sala Situacional de la Guardia Nacional, que se extendieron a lo largo de toda la jornada y hasta pasada la media noche, en al menos 20 de los 29 municipios de la entidad.
Táchira: Zona de Guerra
También en el marco de las manifestaciones registradas en Táchira se produjeron acciones contra varias instalaciones públicas. En Colón, tras las lesiones sufridas por la joven Ornely Salas, los manifestantes sostuvieron un intenso enfrentamiento con los cuerpos de seguridad e incendiaron la sede local de la Policía Nacional.
En horas de la noche, también fueron incendiadas las instalaciones de la alcaldía del municipio Guásimos y las oficinas de la PNB en esa localidad, así como la prefectura de La Concordia, en San Cristóbal, y la sede de la Policía Nacional que funciona adjunta a ella.
Frente a esta situación, algunas sedes policiales han optado por desmantelar su mobiliario, para evitar pérdidas mayores en caso de asedio.
La anarquía se respira en la entidad, donde grupos extremistas, tanto de la oposición como del gobierno amenazan a taxistas, transportistas y comerciantes con incendiar sus establecimientos y vehículos; unos les exigen que cierren las santamarías y dejen de laborar, mientras los otros advierten “negocio cerrado negocio saqueado” y “carro que encontremos en la calle será incendiado”.
Las calles parecen zona de guerra, con escombros gigantescos y cauchos humeantes en cada esquina de las zonas más álgidas de San Cristóbal; mientras los transeúntes caminan a paso rápido, tratando de llegar a sus puestos de trabajo, con la zozobra de ser alcanzados por los grupos de motorizados armados que recorren impunemente la ciudad causando destrozos en viviendas y vehículos, al tiempo que amenazan de muerte y roban a mano armado a quien consigan en su camino.