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¿Quiénes son los que más pierden con la ida del Cúcuta?

Muchos de sus hinchas resignaron sus ilusiones y se olvidaron del equipo.

Seguir al Cúcuta Deportivo a más de 540 kilómetros de distancia ha sido prácticamente un calvario para los hinchas. Con Zipaquirá como nueva sede del conjunto fronterizo, muchos seguidores resignaron sus ilusiones y  tomaron la ‘noble y valerosa’ determinación de olvidarse por completo del que algún día fue el club de sus amores.

Sin embargo, hoy en Cúcuta no solo se percibe el duelo de los fanáticos que con dolor han decidido olvidarse del rojinegro.

La partida del equipo hacia Cundinamarca se ha sentido, sobremanera, en los bolsillos de decenas de familias, cuyo sustento dependía directa o indirectamente de la actividad comercial que generaban los partidos de fútbol profesional.

“Cuando el Cúcuta estaba aquí, así estuviera en la A o en la B, las ventas eran excelentes. Se vendían desde camisetas hasta llaveros, gorras, banderas, pañoletas, de todo. Hoy en día no se vende nada. Las camisetas ya no las sacamos a la calle porque era comprar para perder la plata”, sostiene Avelino Ramírez desde una de las esquinas de la avenida Diagonal Santander, a pocos metros de la Plaza de Banderas, en donde tiene su negocio, hoy en día transformado por el cambio de sede del equipo motilón.

Para Avelino ya no es rentable ofrecer  las prendas del Cúcuta Deportivo que antes se vendían como ‘pan caliente’.

Tuvo que cambiar las camisetas y banderas del Cúcuta Deportivo por mangas para que los motorizados se protejan del sol, lanillas y algunas toallas. Obviamente, las ganancias para él han caído más de un cincuenta por ciento en comparación a los ingresos que le generaba su negocio cuando el Cúcuta jugaba en el estadio General Santander.

Idéntica situación es la de Oscar Garrido, otro trabajador informal que dejó de vender prendas del equipo rojinegro desde que las autoridades del departamento tomaron la decisión de expulsar al equipo de la ciudad.

“La decisión de sacar el equipo de la ciudad nos tomó a todos (los vendedores) por sorpresa. Yo perdí el plante que acababa de invertir en camisetas del Cúcuta Deportivo y me quebré”, afirma hoy, con una cava llena de bebidas energéticas en la esquina de la avenida Cero con Diagonal Santander.

De los $400.000 de plante que Oscar Garrido invirtió en camisetas de todas las tallas del Cúcuta Deportivo solo pudo recuperar cien mil. Con eso compró la cava, la surtió e intenta empezar de nuevo en la agreste informalidad cucuteña.

La soledad reina en Lleras    

“Según las historias que hemos escuchado por este sector la vida se les dañó a todos los vendedores, a las tiendas y a los establecimientos del barrio. Hasta a los recicladores que vivían de lo que recogían. Los vendedores de paletas, de chuzos y de gaseosa tuvieron que desplazarse y empezar a buscar otros sitios para poner sus ventas debido a la improvisación que tuvo la junta del Cúcuta Deportivo, que nos dejó sin equipo”, se lamenta Álvaro Delgado Ramírez, propietario de una tienda en el barrio Lleras, situada a menos de trescientos metros de uno de los accesos al estadio General Santander.

Por este sector, tradicionalmente conocido como uno de los puntos de encuentro de cientos de hinchas del Cúcuta Deportivo, ahora reina la soledad, que se pasea de la mano de la inseguridad.

“Lo único que vemos por acá los vecinos del barrio son hampones, porque este lugar quedó completamente solo, y la gente se siente muy insegura a ciertas horas del día”, agrega Álvaro, sin quitar la mirada del televisor en donde observa, junto a unos vecinos, un partido de la Europa League.

“Por acá lo único que nos quedó de fútbol fueron las apuestas electrónicas”, bromea entre risas uno de ellos, mientras repasa los resultados de la jornada europea que tiene anotados en un cuaderno.

La del América es la que manda

El trasteo del once motilón también le metió un gol a la economía formal de la ciudad. En la actualidad, es extraño encontrar un almacén deportivo que muestre en su vitrina una camiseta del Cúcuta Deportivo.

“Las ventas han disminuido muchísimo. Cuando el equipo estuvo aquí en Cúcuta, estando de media tabla para abajo o en la punta, la venta siempre fue constante. Ahora, sin el equipo aquí, ha disminuido mucho. Sin embargo, la gente sigue viniendo a preguntar la camisa con la que está jugando. Pero no se está comercializando porque al dueño del (doblemente glorioso) no le interesa eso”, manifiesta Joseph Pérez, vendedor del almacén FSS, uno de los establecimientos que siempre ha tenido prendas del equipo rojinegro expuestas en sus vitrinas.

Ahora, el mostrador está invadido por camisetas del América de Cali. Con el ascenso a la primera división que logró el equipo vallecaucano, el año pasado, la afición ‘americanista’ que siempre estuvo en Cúcuta despertó su pasión y se volcó a comprar las prendas de su club.

“Desde que dejó de ser marca Saeta acá no se vende una camiseta del Cúcuta Deportivo. Cuando era de esa marca se comercializó. Con Kimo (la marca actual) no se sacaron para la venta porque ellos mismos la venden”, explica  Joseph.

Para los vendedores informales, e incluso para el comercio formal de la ciudad, la partida del equipo hacia Zipaquirá fue un duro golpe que no vieron venir. Así como tampoco lo imaginaron los hinchas que hoy se debaten entre la resignación por haber perdido a su equipo, y las ganas de seguir alentándolo a la distancia.

 

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Jairo Andrés Navarro
Sábado, 18 de Marzo de 2017
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