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No maten la vaca
¿Cómo podemos generar confianza en el mundo para incentivar inversiones si a nuestro presidente no le gustan la minería, la agroindustria, las vías asfaltadas, la construcción ni la farmacéutica?
Viernes, 3 de Mayo de 2024

Lo que más le achaco al presidente Petro no es la corrupción. Y no, no me preocupa que se haya hecho elegir con las banderas del cambio para terminar haciendo lo mismo, y hasta peor, por ejemplo, despilfarrando siete mil millones de pesos en pasteles para repartirle a la gente durante la marcha del primero de mayo.

Sí le reclamo, en cambio, el espíritu destructor que ha encarnado. Decía un fan del presidente en Twitter, en tono de broma, que “Petro dividió al centro político, después a un sector de la derecha y ahora divide a los grupos armados”. Es cierto: ahora apareció una nueva estructura guerrillera que se auto denominó ‘disidencias de las disidencias’. La broma da cringe pero es acertada, hasta en eso el presidente ha logrado dividir.

Preocupa muchísimo que las comunicaciones del Gobierno Nacional están intencionadas en sembrar incertidumbre, satanizar a los empresarios y condenar cualquier iniciativa de lucro individual. Y por empresarios no hablo de Argos o Grupo Aval, sino de los dueños de la pequeña librería a la que voy en Caobos, o de María Laura, una joven cucuteña que vende los brownies más deliciosos de la ciudad. Ellos no son multimillonarios, acaparadores, evasores de impuestos malévolos con tres casas de playa y dos jets privados. Son los que generan empleo, enseñan a practicantes y mueven nuestra economía.

¿Cómo podemos generar confianza en el mundo para incentivar inversiones si a nuestro presidente no le gustan la minería, la agroindustria, las vías asfaltadas, la construcción ni la farmacéutica? Todas, cosas que nos han ayudado a vivir mejor como sociedad, indiscutiblemente.

Aunado a todo este panorama de mal ambiente hacia los negocios (de cualquier sector económico) está ahora la preocupación de que los congresistas quieren entregarle dinero y poder al presidente para que crezca en 2026. Por ejemplo, a través de la reforma pensional: Entregándole un monto mensual a dos millones y medio de adultos mayores vulnerables puede asegurar un gran caudal de votos para las próximas elecciones.

Por la burocracia de hoy, unos buenos contratos de carrotanques de agua, logística o cualquier otra cosa, nuestros congresistas pueden estar dándole el poder a Petro de hacer cosas irreversibles. Pero podrían estar equivocándose en la estrategia.

El Congreso lleva toda la vida robándose parte de la leche que provee la vaca, pero si matan la vaca, ya no habrá leche para robarse. Por más prebendas que ofrezca el presidente, si la economía se estanca, crece la inflación, y la inversión se vuelve más tímida, no habrá librerías ni reposterías que puedan operar, pagar impuestos y engrosar el presupuesto público que muchos están acostumbrados a saquear.

Por lo tanto, sostengo que no estamos ante un problema de corrupción, sino de sostenibilidad de los negocios: los pequeños, medianos, y por qué no, los de los congresistas.

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