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APP, cúbrenos con tu manto
En tiempos de normalidad las APP habrían sido la solución al infinito atraso de nuestros países.
Jueves, 25 de Junio de 2020

Estados Unidos volvió al espacio, y eso no es poca cosa. En estos tiempos, de tantos y tan justos reclamos sociales, ir al espacio es un lujo. Es comprar caviar en momentos de hambruna. Y eso, que puede resultar criticable, me lleva a la siguiente reflexión. 

USA pudo volver al espacio gracias a un particular, a una empresa privada, que se llama SpaceX. Esto es absolutamente novedoso: La nación más poderosa del planeta necesita la ayuda de una empresa privada para poder desarrollar su programa espacial. Trump, luego del lanzamiento del cohete dijo que volver al espacio era para ese país, USA, un tema de seguridad nacional. 

Todo esto lo recuerdo para ambientar la pregunta siguiente: ¿Pueden los estados prescindir de los particulares para adelantar sus planes y proyectos? Esta pregunta conduce, necesariamente, a reconocer que, desde una década, quizá dos, hay empresas que son más poderosas que el estado en el cual tiene su sede. Incluso son más poderosas que varios estados, juntos. 

Apple tiene más poder que todo Grecia, por ejemplo. El valor de Apple supera, de lejos, el PIB de varios países latinoamericanos, juntos. Esto fuerza a concluir que no hay proyectos de mediana y grande envergadura que las naciones puedan emprender solas. Desde vías, pasando por hidroeléctricas, o aeropuertos, el estado necesita una ayudita de los privados. El tamaño de la ayudita dependerá de muchos factores, que no viene el caso. 

Las asociaciones público privadas – APP – son la figura de reciente creación legal en la que se reconoce que estado y empresa pueden actuar de forma conjunta en el desarrollo de programas ambiciosos. En tiempos de normalidad las APP habrían sido la solución al infinito atraso de nuestros países; pero, y sobra decirlo, en estos tiempos de pandemia y en los que vendrán, las APP son la Única solución. 

Los estados van a quedar, si no quebrados, muy debilitados. Los éxitos alcanzados, muchos de ellos indiscutibles, se diluirán entre las cifras de los muertos por COVID. Según algunos expertos, la pobreza ya superada hace dos décadas volverá a aparecer, y no hay pistas de que se vaya. La pobreza llegó para quedarse por cuenta de una sopa de murciélago cocinada en la China. 

¿Hay solución para esto? ¿Hay forma de superar este oscuro, muy oscuro, panorama? Sí. Y la manera de superar esta brutal crisis es de la mano del sector privado. La experiencia, la eficiencia, y el excedente de caja de los privados nos permitirán volver a sendas de prosperidad. 

El obstáculo de todo esto está en los que ven al privado como enemigo. Los militantes de la izquierda trasnochada nos advertirán de los riesgos del crecimiento. Es mejor no ir al espacio que ir con la ayuda de un privado, gritarán refiriéndose a la proeza de los gringos. 

Para sacarlos de una duda: en Noruega, por ejemplo, la cédula de ciudadanía la entregan los bancos, no el Estado, y está vinculada a una tarjeta de crédito. Eficiencia al máximo. 
Que vengan los privados y nos cubran con su manto. 

 

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