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Una reforma urgente

También conozco el caso de una familia que reparte sabiamente los poquitos votos que tienen.

Si hay una reforma urgente en estos momentos de acuerdos con la guerrilla, que como cosa curiosa, está cumpliendo con la palabra empeñada en los diálogos de La Habana, donde se trataron todos los temas divinos y humanos, es el cambio de las costumbre políticas, arraigadas después de larga luna de miel entre  los partidos como consecuencia del Frente Nacional, que logró finalizar la lucha fratricida que se prolongó durante muchos años hasta que nuestros dirigentes de dieron cuenta de que nos llevaban de narices al abismo.  

Pero el Frente Nacional dejó como herencia siniestra una corrupción en las costumbres políticas, que  Incluyeron el clientelismo, la compra de votos y la corrupción del electorado. La consecuencia no podía ser nada distinto que el desprestigio de nuestras instituciones, que como lo muestran las encuestas, tienen las peores cifras de aceptación entre los colombinos. No hay nada más desprestigiado que el Congreso y los parlamentarios no hacen nada para solucionar el problema. Los intentos de arreglo chocan con un muro de rechazo, que se manifiesta por el entierro de los proyectos de solución sin que se le otorgue siquiera el primer debate. No  hay nada más impopular en el Congreso que los intentos de ponerles coto a las ventajas de los congresistas. No han querido darse cuenta de que están jugando con la gallina de los huevos de oro. 

Es que las ventajas no son cualquier cosa: oficina con secretaria y conductor, camioneta blindada, sueldo permanente, acceso a las altas esferas del Gobierno, que como se ha visto, sirve para conseguir negocios, pasajes semanales para su ciudad y hasta trabajo para la amiguita de turno. Como será de bueno este trabajo, que solo embarga dos días a la semana, que hay congresistas que no se han querido pensionar a pesar de que ya están llegando o  los cien años  de edad.

También conozco el caso de una familia que reparte sabiamente los poquitos votos que tienen: unas veces el jefe del clan va al Senado, otro año la esposa va al Concejo de Bogotá y cuando se cansan los viejos meten a una hija en el cabildo capitalino. Es la familia feliz. Las curules también son hereditarias y pasan de padre a hijos y entre hermanos. De esa manera no se pierde la platica  El Gobierno de Santos se quiere dar la pela y cumplir su  palabra. Los congresistas deben entender  que es mejor a las buenas que a las malas ¿O no?   GPT   

Sábado, 27 de Mayo de 2017
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