El Congreso de la República acaba de elegir a Antonio José Lizarazo Ocampo, quien había sido ternado por el Consejo de Estado, como magistrado de la Corte Constitucional.
Jurista integral, sometido a los mas altos rigores de su ejercicio profesional, ya en otra oportunidad como magistrado de asuntos electorales y siempre dedicado al ejercicio del Derecho, llega a la mas alta de las cortes, en donde le corresponderá velar por la integridad de nuestra Carta Fundamental.
Antonio José Lizarazo, es uno de esos personajes que han sabido darle lustre no solo a una profesión, sino a su departamento, Norte de Santander, en donde además fue un eficiente gobernador que supo equilibrar el ejercicio del poder, enfocándolo en altos y provechosos ideales.
Llegar a esta Corte no resulta tarea fácil: constituye la más encumbrada cima, la que todo jurista desearía alcanzar, pues allí se abordan los mas delicados temas que tienen que ver con las situaciones jurídicas complejas, en donde la Constitución debe reinar, para que nuestro ordenamiento fundamental se conserve íntegro y para que los derechos fundamentales de las personas no vayan a ser vulnerados.
Lizarazo Ocampo representa una afortunada combinación de talento, dedicación y deseo de servicio. Su trayectoria ha sido clara y en ella podemos observar a un hombre consagrado a sus responsabilidades, en donde el Estado ha salido siempre bien librado como producto de su compromiso para asumir los retos que se le han colocado.
Últimamente lo vimos manejando asuntos de paz, asesorando al Gobierno en los temas vitales que les están abriendo a los colombianos las posibilidades para un escenario de tranquilidad y de mejoramiento de las condiciones de vida.
De elevada estatura, conjugada con una delgadez notoria y una sonrisa permanente, pareciera siempre estar desde lo alto avizorando nuevas situaciones y auscultando caminos para resolver escenarios azarosos. Vive cargado de libros y conferencias, y esa situación le permite vivir muy bien informado para poder resolver todos los asuntos que se le confían.
Sus condiciones personales de integridad y pulcritud, constituyen, además, elementos muy valiosos a la hora de asumir tan delicadas responsabilidades.
Los nortesantandereanos deben estar muy orgullosos de esta oportunidad que se ha colocado en manos de uno de sus hijos mas ilustres.
