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¡Qué susto!
Los temores frente a los daños que el gobierno Trump puede producir sobre la democracia del país se acercan al nivel de pánico.
Sábado, 10 de Diciembre de 2016

La selección de Donald Trump como candidato del partido republicano preocupó a muchos norteamericanos. Después de su triunfo en la elección presidencial y con la información que ha venido surgiendo, mucha más gente está verdaderamente asustada, cercana al pánico.  No es para menos.

Desde el comienzo de su candidatura, a mucha gente, incluidos republicanos y conservadores, le preocupaba el bajo nivel intelectual de Trump, su superficialidad, su falta de experiencia  en temas de gobierno y múltiples contradicciones.

En estos días previos a su posesión como nuevo Presidente de los Estados Unidos, los temores de la gente frente a los daños que el gobierno Trump puede producir sobre la democracia del país, sus instituciones y los principios que ha promovido y defendido en el mundo desde el final de la II Guerra Mundial, se acercan al nivel de pánico.

Las razones son de peso.

Estas semanas se ha demostrado que la cercanía de Trump y su equipo a Vladimir Putin va más allá de la expresión de mutuas simpatías.

Los rusos “jaquearon” los computadores del partido demócrata y del equipo de Hillary, con la intención de favorecer a Trump y debilitar a la candidata de ese partido, esparciendo noticias negativas sobre ella. Detrás de esa “jaqueada” está la mano del gobierno ruso.

El número de militares que Trump colocaría a la cabeza de varias instituciones y cargos está también causando alarma. Se calcula que el total puede llegar a cinco.

Por ejemplo, su asesor de seguridad nacional será un general retirado, con tendencia a creer en supuestas conspiraciones que aparecen en oscuras páginas del Internet.

Su hijo se encarga de circular ese tipo de noticias escandalosas y falsas, como la de que en una pizzería familiar de Washington funcionaba un anillo de explotación sexual de menores, liderado por Hillary.

Esa noticia fue el incentivo para que, muy recientemente, un “llanero solitario”, con fusil en mano, entrara al restaurante para “investigar” la existencia de ese círculo macabro. Afortunadamente fue apresado rápidamente sin que se presentaran víctimas.

Como Secretario de Defensa figura un ex general de la infantería de marina, muy bien calificado, pero con el curioso sobrenombre de “perro furioso”. Es posible que el Departamento de Estado termine siendo dirigido, también, por un militar.

En el caso de los civiles, pareciera que las razones fundamentales para que el presidente electo los escoja como candidatos, son las de que sean millonarios, tengan cero experiencia de gobierno, no conozcan el área que van a liderar o, incluso, quieran borrar de un plumazo las políticas y programas de la institución.

Para la muestra varios botones: Ben Carson, el famoso neurocirujano, fue escogido para liderar no el área de la salud, sino la de vivienda y desarrollo urbano. Carson, que es negro, ha expresado su oposición a varios programas de subsidio para los pobres, por “crear dependencia”, y está en contra de la ayuda gubernamental para que las personas de bajos ingresos accedan a mejores viviendas.

Peor aún, el candidato para ser Secretario de Trabajo es un empresario de negocios de comida rápida que siempre se ha opuesto al aumento del salario mínimo y al pago obligatorio de horas extras.

La persona que ocuparía la dirección de la agencia de protección ambiental es el actual fiscal general de Oklahoma, estado productor de gas y petróleo. Desde ese cargo ha demandado varias veces a esa agencia para tratar de tumbar su Plan de Energía Limpia. El director del Sierra Club declaró al New York Times que ese nombramiento era como “encargar a un pirómano de la apagada de incendios”.

El futuro Secretario de Salud y Servicios Humanos quiere desmantelar el programa de salud aprobado durante el actual gobierno (Obamacare)  y convertir el programa de salud para mayores (MEDICARE) en uno de pagos a los beneficiarios para que adquieran seguros privados que son más caros.

Si la intención del futuro Presidente es la de debilitar no sólo programas sociales y ambientales de gran relevancia en Estados Unidos sino las instituciones a su cargo, el tipo de nombramientos que hará le garantizarán el éxito. Pero los votantes pobres que votaron por Trump con la ilusión de que este llevaría a cabo cambios positivos para ellos, sufrirán una enorme frustración.

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