Con tan solo pocos días en su cargo, hemos visto que la presidencia de Donald J. Trump va a ser una de las más movidas en todas las agendas. Desde los temas políticos hasta los temas comerciales van a ser afectados en todo el mundo por el discurso del nuevo presidente norteamericano.
Con el anuncio de la construcción de un muro en su frontera sur, por ejemplo, Trump puso a México contra las cuerdas. Exigió que el valor de la construcción de esta obra (que oscila entre 20.000 millones y 40.000 millones de dólares) sea asumido por México, so pena de imponer un tributo del 20 por ciento a todas las importaciones mexicanas a los Estados Unidos.
De llegar a imponer el gravamen, las importaciones mexicanas perderían toda su competitividad en el mercado de EE. UU. y, por consiguiente, se generarían inmensas pérdidas de empleos y de ingresos para México. Valga decir que cerca del 70 por ciento de las exportaciones mexicanas están dirigidas a los EE. UU. No es como decía el expresidente mexicano Vicente Fox que con el gravamen los estadounidenses terminarían pagando por el muro, pues lo que pasaría es que los estadounidenses dejarían de comprar los productos mexicanos.
Esta es una apuesta arriesgada de Trump, pues actualmente EE. UU., México y Canadá tienen suscrito un Tratado de Libre Comercio (NAFTA, por sus siglas en inglés) y todos hacen parte de la Organización Mundial del Comercio -OMC-, quien prohíbe esta clase de gravámenes.
De imponer el tributo, México podría demandar a EE. UU. ante la OMC. Con un escenario así, Trump, en uno de los ataques de impulsividad que lo caracterizan, podría terminar retirando a los EE. UU. de la OMC, como lo hizo del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (aunque este Acuerdo aún no había sido ratificado por el Congreso de EE. UU.). Una posibilidad no tan remota si se tiene en cuenta que el partido republicano, al que pertenece el presidente de EE. UU., cuenta con las mayorías en el Congreso.
De concretarse esto, el mensaje para el mundo sería terrible. Estamos presenciando un momento en que el proteccionismo está ganando adeptos nuevamente. Falta ver el tono y el discurso de Trump con otros países a los que no puede pisotear de la forma en que lo hace con México. China, la Unión Europea y Japón, para citar algunos, no estarían dispuestos a asumir en un tono conciliador las amenazas de Trump y generarían las barreras comerciales equivalentes para los productos estadounidenses.
Es irónico que sea precisamente EE. UU. quien promueva políticas proteccionistas ahora, si se tiene en cuenta que fue EE. UU. el abanderado de la liberación del comercio desde la Segunda Guerra Mundial.
Ojalá que Colombia pase desapercibida dentro de la política comercial del nuevo presidente. No vaya y sea que nos quiera hacer pagar por el mantenimiento de los controles antinarcóticos en los aeropuertos estadounidenses y, además, aportar al presupuesto de la DEA.
