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Necesitamos profesionales integralmente buenos
Basta ya de tanto deterioro;  es necesario que entiendan que lo que los estudiantes necesitan y esperan es que sus profesores sean gente sencilla  y alegre.
Viernes, 26 de Agosto de 2016

Sin temor a equivocarme puedo afirmar que sí hay en nuestro medio buenos profesionales en todas las carreras, oficios  y quehaceres  científicos,  humanos y técnicos;  el problema es que son muy pocos, se necesitan muchos más, especialmente que sean integralmente humanos.  Y tener esa cualidad quiere decir que tenga buenos  conocimientos,  buenas costumbres, buen trato para con toda la gente, valores demostrables en la vida diaria como el respeto, la honestidad y la responsabilidad, capacidad para adaptarse a los cambios, una buena dosis de motivación permanente para servir a todo el que lo busque sin distingos de ninguna índole y, sobre todo, que sepa gozar en su fuero interno la experiencia de ser útil de verdad todos los días.

Alguien me decía hace días que pareciera que estuviéramos fabricando profesionales en cada campo para salir a subyugar a sus semejantes, solo con las ganas de meterle la mano al bolsillo al que tenga…  y al que no tenga también. Vale la pena cuestionar a todas las universidades e instituciones de formación técnica del país, para mejorar la paga a los profesores y para que  no sigan repartiendo títulos profesionales que a muchos les queda grande y desdibujan la imagen del buen profesional colombiano, a fin de que  entiendan que su labor va más allá que el simple enseñar los conocimientos básicos.

En este orden de ideas están los docentes de cualquier profesión, los encargados de transmitir esos  conocimientos de manera alegre y sencilla,  y de enseñar con el ejemplo el saber ser como persona, profesores que deben proyectar una imagen de maestro que predica con amor, y con su trato logre la admiración de sus discípulos, no como muchos que se van con sus alumnos a burdeles de trago y pernicia a ponerles la teja. Deben desterrarse los profesores “care perro”, los “doctores pantalleros” que dictan su cátedra de mala gana y pare de contar; los vagos y las porquerías que están a la caza de “rajar a las alumnas que no acepten sus propuestas sexuales”.  

Basta ya de tanto deterioro;  es necesario que entiendan que lo que los estudiantes necesitan y esperan es que sus profesores sean gente sencilla  y alegre, que con su energía y clases agradables,  aprendan además de la vida, del trabajo, de cómo triunfar en sus interacciones sociales, y cómo ser creativo y recursivo para crear empresa o su propio oficio desde el cual pueda salir adelante sin vivir esperanzado en un puesto político y corrupto.

Aquellos muchos docentes que no están en la onda de ejercer bien su cargo, cambien de trabajo o  de actitud para que no pasen por este bello oficio sin pena ni gloria,  y luego tenga que cargar con  ese sentimiento de culpa al reconocer que pudo haber hecho algo útil y no le dio la gana de hacerlo por petulancia y desidia.  ¡Cómo y cuánto  recordamos con cariño y eterna gratitud a aquellos docentes buenos que nos ayudaron a formar  de verdad!  

Y a la inmensa cantidad de profesionales malos que existen en Colombia, también les llegó la hora de modificar su posición frente a la vida y a sus semejantes, pues en las cárceles ya no caben más doctores, ni ingenieros, ni abogados etcétera. Piense que usted vale más que las mentiras, los trucos y patrañas en que vive envuelto para  que se actualice en la onda de ser un buen profesional que vibra con su oficio y su trabajo, que investiga , que no le da miedo innovar, que decide ser emprendedor , que aporta realmente a la sociedad en que vive, y que es admirado por sus  ejecutorias y no rechazado por fanfarrón y charlatán.   

 

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