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La crisis de los partidos en Colombia

El Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc es el hecho de la nación más relevante en mucho tiempo.

En medio de tantas distorsiones y situaciones contradictorias, generadoras de confusión, el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc es el hecho de la nación más relevante en mucho tiempo. No debe haber duda sobre su trascendencia histórica. Ponerle punto final a un conflicto armado que atizó violencias atroces y llevó hasta la degradación más extrema ese ejercicio de “todas las formas de lucha”, corresponde a una empresa de acertadas decisiones, donde no ha sido fácil articular las diferentes posiciones con la realidad para encontrar una salida común. Es una dinámica no exenta de riesgos, pero donde el fin representa el reconocimiento de los altos valores de dignificación de la vida, como la convivencia, la libertad, el derecho y en general las garantías de una existencia creadora a salvo de presiones y de factores de adversidad.

En contraste con lo que significa el proceso de paz ya en niveles de consolidación, con un pacto de no repetición, hay sectores que todavía le apuestan a su fracaso. Se empeñan en la preservación de “inamovibles” o de las utilidades que les pueden dejar los negocios propios de la confrontación. Y propagan versiones mentirosas y perversas  orientadas a la descalificación de lo que está acordado.

Pero preocupa también el vacío que registran los partidos políticos en este proceso. O su postura díscola sin argumentos de peso, y aferrados a los prejuicios o a la propaganda sucia para infundir miedo y así ganar adeptos entre sumisos atados a la fe del carbonero.

Aunque los partidos alineados del lado del Gobierno y que son mayoría en el Congreso, han apoyado el acuerdo con las Farc, no se les ve fortaleza en su organización ni en sus relaciones con los sectores de opinión de la nación. Son superficiales en sus pronunciamientos y se quedan en la mecánica legislativa. Por eso fueron sorprendidos en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 cuando se impuso el No contra lo que se dispuso en La Habana. 

Las colectividades agrupadas bajo el común denominador de la unidad se han quedado atrás de las exigencias del país. No tienen el ímpetu que les impone el manejo del poder. 

Se han reducido a  ser unas agencias dedicadas al ocio o enredadas en las trampas de la corrupción. Bien lo decía Álvaro Gómez Hurtado en su conferencia sobre los partidos en 1995: “La política, la que tiene el valeroso y necesario propósito de convocar, hoy está desaparecida como elemento determinante de la acción pública. Parece que el éxito de los dirigentes consistiría en perdurar sin correr riesgos”.

Y en cuanto a la oposición, representada por el Centro Democrático del senador Álvaro Uribe, su protagonismo es igualmente extraviado. Su estrategia está basada en la tergiversación. Una diatriba constante como un surtidor de odios.

El estado actual de los partidos ayuda poco a las soluciones que demandan los problemas del país. Pueda ser que la aparición de las Farc como partido mueva a los otros a recuperarse para defender la democracia y participar en la construcción de los cambios esperados. Son los nuevos escenarios.

Puntada

La solución a la inseguridad que acosa a Cúcuta no es tapando esa realidad sino enfrentándola en  toda su gravedad.

Sábado, 4 de Marzo de 2017
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