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Embarrados y con el agua lejos
Uno no sabe quién habría sido peor, quién habría robado más, quién habría hecho menos por la ciudad.
Viernes, 8 de Abril de 2016

Desde que desde que inició la elección popular de alcaldes en Colombia, por allá a finales de los ochenta, casi que ningún alcalde de Cúcuta se ha salvado de investigaciones y sanciones, Margarita Silva de Uribe fue sancionada en dos ocasiones por parte de la Procuraduría General de la Nación; escándalos, el asesinado por paramilitares, Pauselino Camargo, irrumpió en el Concejo borracho y confrontó a los ediles con groserías, y eso que hacía poco tiempo atrás todavía vestía sotana.

El de la idea que nos escindiéramos de Colombia y junto con algunos estados venezolanos formáramos la República del Zulia, José Gélvez, fue condenado por la celebración indebida de contratos en la licitación del acueducto. Estas manchas se encuentran entre las primeras administraciones.

Ahora bien, da la impresión que cada alcalde trata de superar y hacer más que su antecesor, si fuera haciendo obras y gestiones en pro de la ciudad sería algo muy bueno, el problema es que lo quiere superar pero es en lo malo, siendo más corrupto, quedándose con una tajada más grande a la hora de celebrar y adjudicar contratos, haciendo menos gestiones ante el que solo se acuerda de nosotros para prometer pero nunca para cumplir, el gobierno nacional.

Como prueba de esta aseveración, repasemos algunas de las joyitas de los últimos mandatarios locales.

Manuel Guillermo Mora fue investigado por vínculos con paramilitarismo y nominas paralelas, y absuelto muy dudosamente por el procurador de aquella época.

Su sucesor, Ramiro Suarez Corzo, nada más y nada menos que condenado por homicidio;.María Eugenia Riascos, durante su administración se dio uno de los mayores tumbes de la historia a los cucuteños, el Parque Bavaria, y de su propia autoría es la ingeniosa solución al problema de nunca acabar de nuestras calles y avenidas, los huecos, que se multiplicaron mientras gobernó, comprarse una costosa camioneta con muy buenos amortiguadores.

Del penúltimo, Donamaris, hay que decir que tiene abiertas investigaciones en la Contraloría, Procuraduría, Fiscalía y Personaría, pero por lo que será siempre recordado es por el acto cruel y desalmado de jugar con las ilusiones y sueños de los pobres de tener una vivienda.  

Del actual alcalde, César Rojas, las vallas y demás estrategias publicitarías que empleó durante su campaña hablan por él, tiene tampoco que mostrar por sí mismo para convencer a los electores que tuvo que valerse de la imagen de otro.

Y por lo que ha sucedido con sus antecesores, las estadísticas dicen que hay una muy alta probabilidad que se vea envuelto en algún escándalo de corrupción, abuso de poder o negligencia administrativa.

Y la solución para dejar de elegir alcaldes, lo que, desde luego, también aplica para demás cargos, corruptos, ineptos y hasta relacionados con grupos al margen de la ley, no es nada fácil, pues los que perdieron las elecciones con los anteriores mencionados, no eran mejores que estos, pues como denuncié en una anterior columna, en las pasadas elecciones estaban comprando votos para varios candidatos a la alcaldía.

Mejor dicho, uno no sabe quién habría sido peor, quién habría robado más, quién habría hecho menos por la ciudad, quién habría sido más inepto, si el que ganó o uno de los quemados.

Así pues, con esta clase política que tenemos, los cucuteños estamos cagados y con el agua lejos.

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