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Elecciones y Chocorazos

Así hemos venido de fraude en fraude hasta hoy y es válido el axioma que proclama que el que escruta elije.

En el anecdotario  político electoral colombiano “, chocorazos” siempre se han dado. En el siglo pasado se comenzó en 1904 con el de famoso “registro de Padilla” que exaltó a la presidencia al Dictador bueno; El General Rafael Reyes. Fue el primer chocorazo que se hizo en la Guajira. Hasta 1840 el voto era de viva voz y no había fraude sino intimidación. El fraude comienza cuando se impone el voto secreto, y comienza la audacia de las irregularidades desde la inscripción, hasta el depósito de la papeleta y los abusos del escrutinio. Ospina Rodríguez, en 1856, ganó con un chocorazo en los pueblos boyacenses, donde las poblaciones colocaron más votos que el número de habitantes. En 1886, el fraude disminuyó un poco pues hubo unión liberal Nuñista con una porción conservadora y no hubo necesidad de fraude, para derrotar a Rafael Uribe Uribe.

Así hemos venido de fraude en fraude hasta hoy y es válido el axioma que proclama que el que escruta elije, o las fabulas de los miles de cédulas falsas de los años treinta a cincuenta,  y  nunca se conoció en Colombia una sola condena por fraude electoral. O sí, una aquí en Cúcuta, por absoluta falta de defensa técnica. Las circunstancias que rodean los  fraudes que se ha dado, están rodeados de picaresca y violencia. Incluso, los virtuales de las últimas reelecciones y de las consultas populares, con hackers, brujas y videntes.

El fraude del 19 de abril de 1970 resulta un cuento de realismo mágico, que uno llega a creer como verdad revelada cuando ensambla tres o cuatro versiones de hombres importantes. Un día que leí la versión del doctor Alfonso López Michelsen, me entusiasmé hasta que conseguí la de doña Bertha de Ospina, la del doctor Lucio Pabón Núñez y la de Avelino Pérez  el del “Bonitico”, todas coincidentes con la del “Tigrillo” Noriega, que fue el protagonista de novela, de esa noche en que el presidente Lleras Restrepo nos mandó a dormir tan temprano.

¡Pero claro que hubo fraude! y ese fraude generó violencia, que afortunadamente se apagó con la paz del M-19. Un día, sin querer queriendo, narra el  doctor López, una amiga y vieja militante del MRL, la doctora Leonor Ortiz Portilla, fue nombrada gobernadora del departamento de Nariño y fiel y leal, concurrió a la residencia del expresidente a consultarle  el reparto del gabinete, con cuota para todos: ¿cuántos liberales? ¿Cuántos laureanistas? ¿Cuántos pastranitas? y al final le preguntó: ¿Y qué hacemos con el cupo de Chamorro Ruiz? El expresidente sorprendido le responde y ¿quién es Chamorro? La gobernadora designada contestó: Chamorro Ruíz, ¡el que puso la plata del fraude para que ganara Pastrana!

Y ella echó el cuento.  Siendo secretaria de Educación del gobernador Ricardo “el cabezón” Martínez, reunió el gabinete y les espetó, que el triunfo de Pastrana dependía de su departamento, y la idea era  mandar una avioneta a la costa nariñense antes de que enviaran los pliegos electorales rumbo a  Pasto. Consiguieron un piloto, que hacía el vuelo por cien mil pesos pero no aceptaba el pago en cheques y finalmente el efectivo lo puso el señor Chamorro Ruíz. Desde entonces  tuvo cupo político en los gabinetes de Nariño. Y  luego, en premio el Cabezón Martínez, fue embajador por  catorce años en Roma y otros países de Europa.  ¡Ah!, la picaresca del fraude electoral, manual o virtual. ¿Qué nos revelará la historia de los más recientes “chocorazos”? ¡Qué bueno relatar los del “Cincho”!

Adenda: Que bueno fuera como decía don Nicolás Colmenares, que ahora que se queda sin sede el Instituto de Cultura Municipal, el dr. Ortiz tratara de gestionar el arrendamiento de Bancoquia y preservar así el Mural Histórico del patrimonio de la ciudad.

 

Miércoles, 1 de Febrero de 2017
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