La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Día del Idioma
El 23 de abril celebramos los colombianos el Día del Idioma, obligatorio desde 1938.
Lunes, 17 de Abril de 2017

El próximo domingo 23 de abril celebramos los colombianos el Día del Idioma, obligatorio desde 1938, por orden del entonces presidente Alfonso López Pumarejo, y vale la pena traer a colación algunas notas relacionadas con el mismo, es decir, apuntes: 

1. La duda en la escritura: desde que llegué a Cúcuta siempre me ha llamado la atención que nadie se pone de acuerdo sobre la escritura de un envuelto tan rico: la hayaca o la hallaca, la misma que los caribeños -y los ocañeros-  llaman pastel o tamal. Alguna vez en un diario digital venezolano estaba la fotografía del citado envuelto y la palabra “hayaca”, y en el diario El País, de España, en las postrimerías de la existencia del presidente Hugo Chávez, cuenta Nicolás Maduro, su sucesor, que Chávez “Me pidió que me comiera solo media hallaca, en referencia el plato típico venezolano”. Si me preguntan a mí, respondo que se escribe con “y”: hayaca.

2. La ironía en el lenguaje: entenderá el lector que la manera de decir las cosas pierde su poder de impactar al ser leídas. Tal es el caso, por ejemplo, de la palabra “horrible”, que se lee normalmente, pero si se pronuncia en una situación de desespero o angustia adquiere otras dimensiones. Un buen ejemplo lo encontramos aquel día de octubre de 1921 en que Laureano Gómez arremetía en el Congreso contra el presidente Marco Fidel Suárez por pedir prestado dinero a un banco. Al salir don Marco del Congreso, luego de su defensa, se encuentra con don Juan Gerlein, quien temblando, llorando y moqueando se arroja en sus brazos y le dice: “¡Marco, esto es horrible!”. 

3. Otro tanto sucede a propósito de la anécdota anterior sobre el préstamo de dinero que hizo don Marco Fidel Suárez. El poeta payanés Guillermo Valencia dijo alguna vez en forma irónica que el señor Suárez era el más “prestante” de los colombianos. Y, como dice, Salom Becerra, por pedir dinero prestado, por vender sus futuros sueldos a unos agiotistas, en vez de apropiarse de los dineros públicos, Laureano Gómez lo atacó con sevicia implacable hasta obligarlo a renunciar. 

4. Sigamos con la ironía en el lenguaje, recordando otra vez al senador Laureano Gómez, quien en pleno ejercicio de sus facultades intelectuales y demostrando una habilidad parlamentaria sin parangón en la historia de Colombia emplazaba a Eduardo Santos Montejo, como delegado a la Liga de la Naciones, para que diera cuenta de su gestión. En sus largas peroratas Laureano llamaba al Delegado como “el estupendo señor Santos”, dándole una incuestionable connotación sarcástica, por entonces muy en boga, a la palabra “estupendo”.

Bien, solo nos resta invitar a la Feria Internacional del Libro, en Bogotá, del 25 de abril al 8 de mayo, donde Norte de Santander expondrá lo mejor de la producción bibliográfica de nuestros escritores.

Temas del Día