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Columnistas
Carlos Gaviria y el liberalismo
Sábado, 11 de Abril de 2015

Mucha tristeza ocasiona la muerte de Carlos Gaviria.

Académico, tratadista, magistrado, político, polemista, demócrata, conferencista, en todo en lo que participó dejó huella por la profundidad de sus conceptos, la seriedad con que actuaba y el convencimiento en el que se fundaban sus criterios y apreciaciones. Fue un personaje comprometido con su tiempo y con sus convicciones.

¿Fue un Maestro? ¿Un sabio? ¿Un pedagogo? Fue de todo lo que han dicho en estos días en los que hemos sentido  profundamente su irremediable partida.

Y mucho más. Especialmente fue un liberal de pensamiento, de alma, de compromiso, de ejecutorias, entendiéndose que no me refiero al sentido partidista sino al compromiso filosófico, mental, político con la democracia, la solidaridad y la equidad, tres esenciales aspectos que marcaron siempre la ruta por la que caminó enhiesto este personaje como pocos que nunca entregó uno solo de los principios en los que creyó con entusiasmo y decisión.

Carlos Gaviria fue hombre de conceptos, que expresó libérrimamente cuando lo estimó oportuno y conveniente.

Lo hizo en la cátedra, en las sentencias, en artículos periodísticos, en discursos políticos. Lo hizo para apoyar la paz, para denunciar las arbitrariedades, para defender a los humildes, para exigir las reformas políticas, económicas y sociales que espera el pueblo colombiano.

Lo hizo hasta el último momento convencido de que esa era una de sus funciones esenciales en la vida.

Mucho logró con su constante trajinar intelectual. Formó jóvenes demócratas y contestatarios, aplicó justicia con equidad y suprema honradez, cambio esquemas desactualizados de comportamiento por definiciones modernas y humanistas, enseñó lo que es y lo que vale la libertad, rompió dogmas inapropiados y los hizo reemplazar por concepciones modernas de la vida, todo de ello hizo con enorme altruismo, sin estar pendiente de sinecuras ni esperando gratificaciones u homenajes.

Nunca necesito estímulo diferente al de su ideario.

Por eso el pueblo lo quiso. Lo quiere. Lo recuerda. Por eso en estos días de misticismo, de reflexiones y de descanso, esa gente que recibió el impacto de su fallecimiento tuvo hacia su memoria sentimientos de afecto, de respeto y de admiración. Así será por mucho tiempo porque no será fácil olvida su verbo, sus reflexiones, sus observaciones que se tornaban en dura crítica cuando era necesario para defender un valor o señalar un inadecuado comportamiento.

Lo vi por última vez hace pocas semanas con ocasión de una convocatoria que hizo León Valencia para hablar de la convivencia y de la necesidad de estimular que se iniciaran diálogos de paz con el Eln. El propósito de lograr entendimiento entre los colombianos y de superar este largo período de violencia y de criminales insensateces, siempre, sin excepción, contó con la presencia, el estímulo, el apoyo intelectual y político del Maestro, del Constitucionalista, del hombre bueno, del amigo Carlos Gaviria.

Las enseñanzas de Carlos Gaviria, su integérrimo comportamiento, la bonhomía de su andar por las procelosas circunstancias que lo vieron actuar, servirán mucho para lograr la paz entre los colombianos.  

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